sábado, 24 de abril de 2010

EN PEQUEÑAS TARDES COMO ESTAS...

Ese es el título que prometí poner a los protagonistas de esta entrada para describir una pequeña tarde. Pequeña por el tiempo que duró nuestra reunión, que por otro lado ha quedado suspendida "sine die" hasta algún momento en el que aprovecharemos para cenar y cogernos una buena y convincente cogorza.

La cuestión es que mientras estaba con ellos, pensaba en el tiempo que ha pasado desde que comparto oxígeno con ellos, en lo que ha llovido desde que los conozco, y sentía muchas cosas a la vez. Por un lado, pena por los momentos pasados, que vistos bajo el caleidoscopio del tiempo, parecen muchos más vistosos y maravillosos que cuando ocurrieron, allá por el pasado. Por otro lado, cierta resignacion por el hecho evidente de que jamás nada volverá a ser como fue. Nuestros mundos, los de los tres, han cambiado demasiado en todos estos lustros y ya no queda más que ponernos de acuerdo; antes, estar juntos era lo natural, la consecuencia normal de estar vivo. Estabas con ellos o estabas durmiendo. Así de simple.

Quizá la palabra no sea resignacion. Esa palabra lleva implícita una connotación negativa que no me convence. Pero es la mejor definición que se me ocurre para lo que sentía. Seguro que aquellos que miramos atrás en el tiempo con nostalgia, melancolía, alegría y en general una mezcla de cosas buenas y malas, saben qué digo cuando digo "resignación".

Uno de mis compañeros de pequeña tarde era J. Nos conocemos desde que recuerdo que conozco a alguien, y es mi mejor amigo. No en el sentido de que estoy todo el tiempo con él, o que nos cambiamos la ropa (sería complicado, ciertamente; yo soy ligeramente más orondo que él...). En los últimos meses he llegado a la conclusión de que un mejor amigo tiene que ser aquel con quien te pones al día en un rato, aunque haga semanas que no le ves. Hacen falta muchas horas para perfeccionar esa habilidad entre dos personas y llegar a ese nivel de simbiosis, al menos esa es mi opinión. Con J, la simbiosis es perfecta. Buen pájaro para compartir nido.

Otro sentimiento era positivo. Sería algo así como calma. Calma porque siento que en otra época de mi vida estaría desazonado porque no me veo con mis dos compinches con la frecuencia que quisiera. Incluso aunque no depende de mí porque ellos tienen sus propias vidas, en otro momento de mi vida me sentiría culpable, responsable por no propiciar que nos viésemos más. Pero ahora sentía calma. Porque estabamos juntos y punto. El destino, o el gobierno, o alguien ahí fuera había propiciado que estuviésemos un rato charlando de muchas cosas en ese momento, en ese punto del globo, entre aquellas personas que nos rodeaban en aquel momento.

Mi segundo coprotagonista es P. Es mi primo, algunos meses mayor que yo. Si tengo que decir algo sobre nosotros como camaradas, solo decir que teníamos la costumbre de pedir la cena allá a donde íbamos. Hubo una noche que cenamos tres o cuatro veces. O aquella vez que hicimos un concurso de a ver quién comía más croquetas. Gané yo por dos. Catorce a doce. Con el tiempo, los sesenta kilómetros que nos separan se convirtieron en muchos más, aunque siempre que nos vemos nos alegramos y compartimos nuestras nuevas aventuras en solitario; éramos uña y carne, en lo bueno y en lo malo (buenas trastadas hemos hecho alguna vez), y siempre tuve la esperanza de estar con él una tarde como mi pequeña, como nuestra pequeña tarde. Menos mal que no lo he perdido del todo. Sería dificil perderse sus historias "escatológicas". Un tipejo de valor incalculable.

Finalmente, todo esto me hizo valorar mi vida como una vida más o menos buena. Porque me daba cuenta a medida que mi vaso se iba vaciando de que en el fondo, tras tantos años, pocas cosas cambian las relaciones entre las personas si el pegamento que las une es bueno. J y P están pegados a mí con días de música, con masa de croquetas, con anís, con chocolatinas robadas del Pryca, con viejas novias, con millones y millones de historias inacabables, no inacabadas. Eso, me guste o no, es inevitable. Ya pasaron y no volverán. Solamente hay escribir juntos nuevas historias.

Cuándo quedamos??

SP