miércoles, 29 de agosto de 2012

SURVIVING A SON´S SUICIDE

   El otro día, en mis vacaciones, escuchando uno de mis programas favoritos de radio, no me quedó más remedio que emocionarme e impresionarme con lo que estaba escuchando.

   Podría ser recurrente en estos días de niños muertos. Quizá hasta podría servir de homenaje. La dulzura de lo que escuché viene como anillo al dedo para que los pequeños muertos a manos de su "padre" sonrían allí donde estén.

   Se trata, resumiendo un poco, de un concierto de "Brodsky Quartet" en Madrid, en el que interpretan la obra de Jorge Grundman, compositor español con apellido de televisor, llamada "surviving a son´s suicide", que significa "sobreviviendo al suicidio de un hijo".

   Se divide en tres movimientos, basados en tres momentos o etapas que se desarrollan pasado tiempo después del suicidio, y en el que los padres del hijo se reencuentran tras separarse, algo irreprochable tras semejante vuelco a sus vidas.

   No digo más. Solo si el que lea estas palabras solitarias en la gran nube es padre o madre, entenderá la música que propongo. No hace falta ni siquiera poca imaginación. Grundman te lleva a esos momentos oscuros, dolorosos por lo melancólico, por lo lejano, por lo durísimos. No dejo de escucharlo, en mi estado actual de semi-letargo artificial, en el que intento exprimir al máximo cada milésima de segundo vivida, aprovechando el efecto de los narcóticos. Mientras más lo escucho, más ganas de disfrutar de los míos tengo.

   El concierto lo podéis escuchar aqui.

Salud y vida!

SP

ESCITALOPRAM


Ese es el nombre del medicamento que estoy tomando en estos tiempos. Tú lees el prospecto (kilométrico, por cierto) y te asustas. Literalmente dice “si usted tiene pensamientos en los que hiere a otras personas o se mata a sí mismo, acuda inmediatamente a un hospital”.

Me lo han recetado para pensar menos en la vida. Porque resulta que soy un maniático, que siempre le doy vueltas a las cosas de forma compulsiva hasta causarme cierto nivel de ansiedad o desazón. Sirva como ejemplo algo totalmente trivial, pero que me hizo despertar de ese estado de permanente inquietud (no lo llamaría ansiedad propiamente dicha, tampoco siento ganas de gritar ni nada de eso); por error eliminé varios contactos de mi teléfono móvil (los de la letra “a” a la “c” que no se molesten si no les llamo, es que no tengo su número). Tal hecho me mantuvo pensativo, desalentado, inquieto, durante más de NUEVE horas, el tiempo transcurrido entre el momento en que ocurrió y cuando me fui a dormir. Incluso a mí me resulta, ahora que lo plasmo en un papel, increíble.

Y ciertamente estoy aliviado ante los efectos. Lo de querer matarme no ha ocurrido por el momento. Y el tan temido por los hombres problema sexual tampoco se ha manifestado aún (al parecer puede producir anorgasmia, disfunción eréctil, inapetencia… un cuadro). El efecto terapéutico consiste en una especie de cambio conductual suave. Vaya expresión. Vamos, que le sigo dando vueltas a las cosas, eso creo que no lo cambia ni un camión entero de escitalopram, pero los pensamientos se mueven. No se quedan estancados en mi mente martilleando con tanta insistencia.

Siempre he sentido aprensión por los medicamentos, en especial los que cambian de forma artificial la psique; pero he de reconocer que me siento más cómodo en esta calma, esta tranquilidad (que además me ayuda a perder peso, el objetivo primero de todo el asunto), por muy artificial que pueda resultar. Aunque mi médico de cabecera dice que los cambios son permanentes tras el tratamiento.

Quisiera que fuese así para poder disfrutar más de las cosas que me rodean sin interferencias, sin ese ruido residual constante, como cuando estás hablando con alguien y se escucha de fondo el ruido de un frigorífico, o el imperceptible pitido de una tele antigua. Quizá alguien que lea esto sepa de qué estoy hablando.

En estos días sabemos que un malnacido con toda probabilidad ha matado a sus dos hijos  y los ha quemado, igual que media España, cuyos bosques sufren los efectos de los recortes originados por una crisis (crisis? What crisis?) que está sirviendo de excusa para que se esquilmen nuestros derechos todos los días… es o no para tomar escitalopram?

domingo, 11 de marzo de 2012

Entre ratas, gatos y gente en armonía con la naturaleza

Llevo ya algún tiempo pensando con bastante desazón en la clase política que rige nuestros destinos en la actualidad. Todo aquel que diga conocerme sabe que no les voté, y no les votaría por nada del mundo. El problema viene cuando lo que teníamos antes estaba tan alejado de la realidad. A quién votar?a las ratas, aunque traicionando al más elemental sentido común, o a los gatos, sabiendo de antemano que no van a velar precisamente por mi bienestar y el de las ratas callejeras como yo?

Luego está la gente que vive en armonía con la naturaleza, como yo llamo a aquell@s que van por la calle con una sonrisa en los labios como si nada pasase a su alrededor... Dichosos optimistas. Este finde me he cruzado con un par de estos.

Así que entre los que están machacando al pobre español standard y los que parecen no enterarse de nada, me encuentro triste y solo, como fonseca. Atado a un trabajo, a una vida en la que te venden miedo todos los días para que no cambies, para seguir siendo rata. Te hacen creer que tener trabajo es una bendición. Te cuentan entre los afortunados, y tu, si no eres de los que vive en armonía con la puta naturaleza, tienes que callarte y aguantar. Esperar que ocurra algo diferente que mueva conciencias, que levante a los sentados... Lo malo es que a las ratas que mandan algo solo se les ha ocurrido montar una huelga. Con eso limpian su conciencia un poco, porque la vergüenza se la dejaron junto a su culo en la mesa de negociaciones con los gatos.

No iré a la huelga. No creo en esa manifestación de condena a algo que previamente conocen porque ellos intervinieron al menos en parte.

Al escribir me doy cuenta de que sería grande ser de los te viven en armonía con la naturaleza. Porque gato, lo que se dice gato, pues no me apetece.

SP