Personalmente, no puedo hablar con conocimiento de causa; supongo, por lo poquísimo que me conozco (solo llevo conmigo mismo treinta y cuatro años), que si me enterase de la muerte a tiros de la mano inductora de los atentados en los que alguien cercano a mí se fue para siempre, no sentiría alegría. Como si eso me devolviese a mi compañera, o a mi amigo, a mi jefe, a mi hijo, a mi vecino… estoy casi seguro de que me quedaría sentado, callado, pensando en nada. Ha muerto, sí, pero para qué? No sería más conveniente sentarlo ante alguien para que pudiésemos verle humillado? Aunque pensándolo bien, con lo loco que debía estar ese hombre, sería como los estúpidos etarras, sonriendo como si estuviesen de boda. No serviría para redimirlos. Pero, para redimirlos de qué? Los asesinos son imperdonables.
Además, el hecho de matar a este hombre me deja una sensación de fragilidad ante los demás difícil de tragar. Los yanquis, sin ir más lejos, están acostumbrados a disparar primero y preguntar después. Si alguien de mi país hace algo malo a un americano, su destino es morir también? Por qué son tan guais los americanos? Eso de tomarse la justicia por tu mano, como la masturbación, es un simple acto de onanismo.
Dejo de lado las connotaciones éticas. Él no las tuvo, nunca las manifestó cuando decía “hey, qué bien que hemos matado a tres mil infieles en las torres gemelas”, o cuando proclamaba la reconquista de “al andalus”, como un bar que había en mi pueblo, a través del exterminio en un puñado de trenes a primera hora de la mañana en Madrid. El no fue ético, pues tampoco vamos a ser nosotros gilipollas. Pero vamos, que podían haber hecho al menos como con Sadam Hussein, que lo cogieron, lo juzgaron (vete tú a saber con qué justicia) y lo colgaron. Es un proceso más racional dentro de lo irracional de todo este asunto.
Lástima que lo hayan matado. Lástima que lo hayan celebrado cuan fiesta de fin de año. Lástima de ser hoy menos humanos que ayer, y más que mañana.
SP