El otro día, en mis vacaciones, escuchando uno de mis programas favoritos de radio, no me quedó más remedio que emocionarme e impresionarme con lo que estaba escuchando.
Podría ser recurrente en estos días de niños muertos. Quizá hasta podría servir de homenaje. La dulzura de lo que escuché viene como anillo al dedo para que los pequeños muertos a manos de su "padre" sonrían allí donde estén.
Se trata, resumiendo un poco, de un concierto de "Brodsky Quartet" en Madrid, en el que interpretan la obra de Jorge Grundman, compositor español con apellido de televisor, llamada "surviving a son´s suicide", que significa "sobreviviendo al suicidio de un hijo".
Se divide en tres movimientos, basados en tres momentos o etapas que se desarrollan pasado tiempo después del suicidio, y en el que los padres del hijo se reencuentran tras separarse, algo irreprochable tras semejante vuelco a sus vidas.
No digo más. Solo si el que lea estas palabras solitarias en la gran nube es padre o madre, entenderá la música que propongo. No hace falta ni siquiera poca imaginación. Grundman te lleva a esos momentos oscuros, dolorosos por lo melancólico, por lo lejano, por lo durísimos. No dejo de escucharlo, en mi estado actual de semi-letargo artificial, en el que intento exprimir al máximo cada milésima de segundo vivida, aprovechando el efecto de los narcóticos. Mientras más lo escucho, más ganas de disfrutar de los míos tengo.
El concierto lo podéis escuchar aqui.
Salud y vida!
SP