martes, 28 de abril de 2009

AYER TE VI PERO NO ERAS TU - Cuento estúpido

Nuestras córneas, a veces, nos traicionan. Como en un enfrentamiento desigual entre un peso mosca y un peso pesado, crees que lo previsible será lo que ocurra, pero de repente algo pasa y todo cambia. Con las córneas pasa lo mismo. Tus ojos creen ver a alguien pero ese alguien resulta no ser el que tú pensabas. Queda patente, pues, que el corazón pudo a tus córneas. Por eso el estúpido símil del boxeo.

Todo un párrafo para contarte que ayer te vi. Pero no eras tú.


Imagino que a más de uno le habrá pasado cosa semejante. Pero siempre quedaré maravillado ante la cantidad de pensamientos que pueden recorrer la red neuronal antes de procesar ese hecho inevitable de ver a una persona y que no sea la que se ajusta a tu memoria, al espacio que tienes dedicado en tu mente a su cuerpo, sus ojos, sus manos, su ropa, su forma de hablar, su risa.


Hay factores atenuantes en todo esto. En mi caso particular hay dos atenuantes que me hacen, oh jurado implacable en forma de folio en blanco, culpable de estupidez. Por un lado estaba mi resaca, debida en gran medida al uso abusivo de bebidas espirituosas en forma de refrescante mejunje llamado gin-tonic, sonoro nombre para tan silenciosa resaca. Silenciosa en las palabras, porque como ves mi mente volaba a una velocidad solo equiparable a la de aquellos cohetes espaciales que veía en las antiguas películas cuando era menos joven.


Del otro lado, una masa de hierro y goma fría y de color indefinido en forma de coche. Tu coche. Es curioso como nuestra mente hace asociaciones incongruentes, uniendo a una persona y una máquina de forma indisoluble. Aquella extraña asociación unió en mi mente a ti y a tu vehículo de forma extraña.


Pero no eras tú.


En el tiempo que has tardado en leer este insulso cuento habrán pasado dos, tres, cuatro minutos. Cien a lo más. Te darás cuenta, por tanto, de la cantidad de cosas que pasan por mi cabeza en tan solo unos segundos, el tiempo justo que pasó entre la visión de tu coche y su interior. Tan solo un instante que en mi mente resacosa se convirtió en horas y horas de reflexión. O quizá es que pienso en tí más de lo que debería.


Ayer te vi pero no eras tú. Era tu novio, que había cogido tu coche.


SP 2009



No hay comentarios:

Publicar un comentario